La maleta estuvo más de 20 años en el depósito. La había traído la abuela Josefina, cuando se mudó de Urubamba a Yucay, para vivir con su familia. Una mañana de enero del 2013, buscando en un batiburrillo de baúles, muebles y cajas apiladas, su nieta, la fotógrafa cusqueña Úrsula de Bary, la descubrió. Era relativamente pequeña, de cuero marrón, vencida por los años. Abrirla era una tentación.